RESTAURADO EL «MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA»

Se ha presentado, en la mañana del día 7 de noviembre, el lienzo «Martirio de San Juan Bautista», tras un minucioso proceso de restauración que se ha prolongado durante un año. Los trabajos que han supuesto la limpieza, consolidación, cambio de bastidor y conservación del marco de esta obra han sido ejecutados por la conservadora zamorana Patricia Ganado Gamazo. Esta intervención a sido sufragada por el Cabildo Catedral mediante los ingresos que genera el primer templo por la venta de entradas para su visita. A continuación ofrecemos la descripción de la obra por el Canónigo-Director del Museo Catedralicio de Zamora, José-Ángel Rivera de las Heras.

Es éste uno de los pocos lienzos conservados en la catedral zamorana que ha merecido la atención de algunos historiadores, aunque hayan reparado mínimamente en él. Tomás María Garnacho, a fines del siglo XIX, lo cita de pasada: «Hay, sí, algunas buenas pinturas en la sala capitular y la sacristía; entre otras una degollación de San Juan Bautista». Algo más dijo de él Manuel Gómez-Moreno: «Lienzo muy grande, con la Degollación del Bautista, en la sacristía, que se parece a lo del caballero Máximo, y lo regaló el bailío de Lora D. Alonso del Castillo».

Alfonso Emilio Pérez Sánchez lo calificó de «copia excelente del cuadro de Caravaggio en San Juan de Malta» y lo destacó como existente desde antiguo en la catedral al tratar el tema de Caravaggio y los caravaggistas en la pintura española.

MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA (antes y después de la restauración)
Óleo sobre lienzo
Primer tercio del siglo XVII
Bastidor: 235 x 345 cm. Marco: 250 x 363 cm.

Guadalupe Ramos de Castro lo vio colgado en el muro Sur de la capilla del Cardenal, y lo describió de esta manera: «Hay otro enorme cuadro, de más de tres metros… está tan oscurecido que nos resulta casi imposible discernir lo que representa. Aplicándole una luz, hemos advertido que es una decapitación, ya que hay un esbirro de espaldas, con el torso desnudo que se inclina sobre un cuerpo a sus pies. Y una figura de pie, en traje militar con escolta que contempla la escena; debe ser la decapitación de San Juan. El cuadro no nos parece malo y es de factura italiana del siglo XVI, en lo que hemos podido vislumbrar».

Finalmente, José Ángel Rivera de las Heras, situándolo en el zaguán que antecede al vestuario capitular, junto al claustro, lo identificó así: «En la sala que le precede hay un lienzo de grandes dimensiones representando la degollación de San Juan Bautista, del primer tercio del siglo XVII, firmado por el italiano Fanicheli. Se trata de una copia del pintado por Caravaggio en 1608 para la catedral de San Juan de La Valeta (Malta) y fue donado por el bailío de Lora Alonso del Castillo y Samano».

El tema representado, el donante y la cronología propuesta son datos aportados por la propia documentación archivística. El cuadro aparece mencionado primera vez, como una adición, en el inventario redactado con motivo de la visita pastoral efectuada en 1633: «mas otro quadro mui grande que es la degollacion de sant Juan que dio el Señor Vaylio Don Alonso del Castillo».

El hecho de que sea citado a través de un texto añadido, algo habitual en los inventarios antiguos, nos induce a pensar que su donación se llevó a efecto poco después de la redacción de dicho inventario; por tanto, el lienzo ya se encontraba en Zamora poco después del año 1633.

Respecto al donante, Alonso del Castillo y Samano, sabemos que nació en Zamora, siendo hijo del Aposentador Alonso del Castillo y de María de Samano; que en 1611, siendo ya caballero del Hábito sanjuanista, fue admitido como miembro de la Cofradía noble de San Ildefonso de Zamora; que ostentaba el título de bailío de Lora de la Orden de San Juan de Jerusalén o de Malta en 1634; que pertenecía al Consejo de Su Majestad el rey Felipe IV y era mayordomo de la reina Isabel de Borbón, por lo que residía en Madrid; y que en 1647, gozando del patronato de la iglesia de los Trinitarios de Zamora, contrató la realización de su nicho sepulcral, situado en el costado del evangelio de la capilla mayor de la iglesia conventual. Ignoramos las relaciones del bailío con Italia o con Malta, pero es posible que las hubiere, dados los cargos que tenía en la Corte y en la Orden, por lo que se puede pensar hipotéticamente en un probable origen italiano o maltés del cuadro.

El tema del cuadro está bien definido, se trata del martirio del Precursor. La indicación de sus grandes dimensiones en el inventario citado no deja lugar a dudas de que se trata del lienzo que aquí tratamos. Aunque no llegase a identificar el lienzo como copia de un original de Caravaggio, no iba desatinado Gómez-Moreno cuando afirmaba que la obra «se parece a lo del caballero Máximo», apelativo con el que se conocía en España al pintor Massimo Stanzione (hacia 1585-1658), recordando acaso el cuadro del mismo tema que el caravaggista napolitano pintó hacia 1634, conservado en el Museo del Prado.

Sin embargo, el lienzo catedralicio copia fielmente el que Michelangelo Merisi, Caravaggio (Caravaggio, 1571-Porto Ercole, 1610), pintase en 1608 para el Oratorio de San Juan Bautista de los Caballeros de la concatedral de La Valeta, en Malta, por encargo de Alof de Wignacourt, Gran Maestre vitalicio de la Orden de Malta.

Es la obra de mayor tamaño -361 x 520 cm.- que realizó el pintor, y la única firmada: «f. MichelAn». Su nombre aparece escrito con la sangre que brota del decapitado, y está precedido por la letra F (fratte/fray), pues en el momento de terminar el cuadro Caravaggio ya había sido investido caballero de la Orden de Malta. Se sabe que desde su confección, la tela adquirió una gran celebridad, de modo que en los años subsiguientes pintores del norte de Europa y de otros lugares viajaron a Malta para contemplarla e incluso copiarla.

Representa el momento preciso del martirio del Bautista, tomado de la narración evangélica (Marcos 6, 17-29). Es una escena de trágico realismo, sin complicaciones psicológicas ni apenas gesticulaciones, en la que un cono luminoso destaca el núcleo de la composición, en primer plano. Se presenta en toda su crudeza, sin aludir a la santidad del martirizado ni a su gloria futura, como si fuera la muerte de cualquier otro condenado. El interior de la prisión de Maqueronte, lleno de sombras y de vacío, resulta lúgubre. Los personajes se disponen conforme a un ritmo compositivo simétrico. El cuerpo del Precursor se halla tendido en el suelo-y maniatado por la espalda, sobre la piel de camello y cubierto parcialmente por un manto rojo. El verdugo, que agarra brutalmente sus greñas, ya le ha cortado el cuello con la espada y acaba de desenvainar un puñal con el fin de seccionar su cabeza y depositarla en la bandeja que sostiene una sirvienta, según la indicación del carcelero, y que después habrá de ser entregada a Salomé. Una anciana se oprime el rostro entre las manos en un gesto de horror o de aflicción. Tras la reja de la ventana asoman dos prisioneros, que gracias a su morbosa curiosidad se convierten en testigos de la terrible ejecución.

La presencia en Zamora de una copia temprana de tan célebre cuadro revela el prestigio y la estima que alcanzó el original de Caravaggio desde el principio. Su autor, posiblemente italiano o maltés, debió conocerlo in situ, puesto que no sólo copió fielmente la composición, sino que también hizo lo propio con la firma.

Ha sido restaurado por Patricia Ganado Gamazo en 2012-2013.

Texto y fotografías: José Ángel Rivera de las Heras. 

Canónigo-Director del Museo Catedralicio de Zamora

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